Fuente: Revista Equilibrio

Por décadas confundida con otras de su familia, una nueva especie de magnolia fue descubierta por un integrante de Grupo Ecológico Serra Gorda

La mayoría de las personas, cuando camina por un bosque, desconoce las especies de animales y plantas que ve. Los más urbanos le temen a los insectos, les asustan los ruidos desconocidos y no sabrían cómo sobrevivir sin agua ni alimento en la madre naturaleza. Una minoría, en cambio, es en los bosques más recónditos donde se siente completamente seguro.

Desde que a mediados del siglo XVI comenzó la descripción de las especies de plantas y animales mexicanas, biólogos y botánicos han rebuscado en los bosques de este país en busca de nuevos registros y hallazgos para la ciencia. Por ello, encontrar nuevas especies actualmente resulta extraordinario, máxime cuando el aumento de la población le roba espacio a las áreas naturales y el cambio climático mata sin compasión.

Sin embargo, en la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda siguen ocurriendo milagros que en realidad no lo son, sino el fruto del excelente trabajo de conservación que Grupo Ecológico Sierra Gorda (GESG) realiza en la región.

En 2009, Roberto Pedraza Ruiz, asistente técnico de GESG, fotografió unas magnolias que, en aquel entonces, habían sido identificadas erróneamente como especies distintas. Tiempo después, Pedraza Ruiz se integró al grupo de fotógrafos internacionales que colabora con el proyecto británico ARKive, el cual busca crear un compendio de imágenes de especies de flora y fauna amenazadas de nuestro planeta, y envió las fotos al sitio. A finales de 2013, el integrante de GESG fue contactado por el Dr. José Antonio Vázquez, botánico y taxónomo de la Universidad de Guadalajara quien, de manera casual, encontró las imágenes en el sitio de ARKive. Para Vázquez, las imágenes resultaron algo especial y anómalo, por lo que solicitó más fotos a Pedraza Ruiz. Finalmente, en 2014 se produjo la confirmación de que se trataba de dos especies nuevas de magnolias (auténticos fósiles vivientes y las primeras plantas con flores).

El botánico decidió nombrar a una de las dos especies como pedrazae, dedicándola al fotógrafo y conservacionista, mientras que la otra especie fue nombrada como rzedowskiana, dedicada al Dr. Jerzy Rzedowsky, el principal botánico en México. Apenas en julio de 2015 se publicó el artículo científico que describe a esta segunda especie. “Magnolia rzedowskiana es una especie endémica con distribución muy restringida.

El hecho de que mediante decreto federal se encuentre en una de las zonas núcleo del área protegida Reserva de la Biosfera Sierra Gorda no garantiza su protección efectiva. Ha sido indispensable la creación de la primera reserva natural privada en el área en 1996, con lo que se ha establecido un área defendida de manera segura, excluyendo ganado y el uso de motosierras. Desde que la iniciativa privada instaló un lienzo de alambre de púas de más de nueve kilómetros para tal propósito ha sido notoria la regeneración de plántulas e individuos juveniles de M. rzedowskiana, por lo que la especie ha incrementado localmente su población en forma significativa, en virtud de la protección efectiva in situ y de la participación activa de la sociedad civil”, dice el documento.

Sin duda, estos descubrimientos destacan la pertinencia de proteger sitios con alto valor biológico.

Por Esther Díaz