por Roberto Pedraza Ruiz

Conservación Internacional (CI por sus siglas en inglés), una de las organizaciones ambientalistas con amplia presencia a nivel mundial e importante fuente de información científica y de referencia para conservacionistas, ha realizado una interesante selección siguiendo una diversidad de criterios, de los 34 sitios que concentran la más alta diversidad de formas de vida a nivel mundial, a los que ha denominado “hotspots” (sitios de alta diversidad biológica), priorización que ha servido como referencia para la ejecución de diversos proyectos y esfuerzos de conservación.

Este concepto fue creado por el prestigiado ecólogo británico Norman Myers en 1988, como una manera de subrayar la importancia de ciertos sitios y regiones a nivel mundial y priorizar la inversión y esfuerzos de conservación, tomando en cuenta la riqueza extraordinaria en formas de vida de dichos sitios o regiones. Estos hotspots tienen un cierto nivel de endemismo de plantas y un cierto nivel de amenaza como región; se calcula que los mismos en su conjunto han perdido un 72% de su vegetación natural. Contienen al menos 1,500 especies endémicas de plantas, suman en su conjunto apenas el 2.3% de la superficie terrestre y sin embargo albergan el 50% de las especies de plantas vasculares del planeta y un 42% de los vertebrados terrestres existen sólo en estos hotspots. Asimismo incluyen el 75% de los mamíferos, aves y anfibios más amenazados del planeta.

Con su privilegiada riqueza biológica, México alberga tres de estos hotspots; parte de la provincia florística Californiana, en el estado de Baja California que con su mezcla de vegetación mediterránea, templada y desértica cuenta con asociaciones vegetales únicas; el de Mesoamérica, principalmente en el sureste del país y compartido con Guatemala, albergando una biodiversidad única en sus selvas tropicales, bosques de niebla y templados y el más extenso de todos, el de los Bosques Madreanos de pino-encino.

Este hotspot comprende 461,265 km2 de las principales cadenas montañosas del país, incluyendo las varias Sierras Madres (Occidental, Oriental, del Sur, etc…), el Eje Neovolcánico y cadenas montañosas menores, por lo que nuestra Sierra Gorda naturalmente está comprendida en el mismo, además de algunas cordilleras y picos en los estados de Arizona y Nuevo México en los Estados Unidos. Este hotspot se caracteriza por lo abrupto de su terreno, altas montañas y profundos cañones y el albergar más de una cuarta parte de todas las especies de plantas presentes en nuestro país, muchas de ellas endémicas (3,975 especies), así como 7 especies de aves endémicas, dos de mamíferos y 36 especies endémicas de anfibios amenazados, además de ser refugio de migraciones masivas en el invierno, como la de la mariposa monarca.

La mayor parte del mismo comprende bosques templados dominados por encinos, pinos y abetos, además de incluir las montañas más altas del país como el Pico de Orizaba y el Popocatépetl, por lo que a su vez comprende los relictos de vegetación alpina del país.
Sin embargo conserva menos de una cuarta parte de su vegetación en más o menos buen estado de conservación, debido a los cambios de uso del suelo con fines agropecuarios, incendios forestales o la voracidad de los madereros.

Basta citar que en los vastos bosques de coníferas de la Sierra Madre Occidental, principalmente en los estados de Durango y Chihuahua, queda menos del uno por ciento de los bosques de pino antiguos, ya que el otro 99% fue talado y aunque en buena parte hayan sido reemplazados por bosques secundarios, los mismos de ninguna manera sostienen la misma diversidad biológica. Muestra de ello fue la extinción del carpintero imperial, el más grande del mundo y especie endémica a dicha sierra.

En el caso de nuestra Sierra Madre Oriental, en los estados de Puebla, San Luís Potosí, Hidalgo y Veracruz, sus montañas han sufrido una bárbara deforestación, no obstante sus abruptas laderas y suelos rocosos para dedicarlas principalmente al cultivo del maíz y parte de la Sierra Gorda igualmente fue afectada en el pasado, aunque conserva amplias áreas de vegetación original y en proceso de regeneración. En los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila afortunadamente su situación es mejor y alberga aún áreas en excelente estado de conservación, aunque falte mucho por hacer para su protección.