por Martha Isabel Ruiz Corzo

México es la sede de la Quinta Asamblea del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF por sus siglas en inglés), que es sin duda el principal mecanismo de financiamiento para proyectos ambientales en todo el mundo, y del cual el Grupo Ecológico Sierra Gorda I.A.P. (GESGIAP) fue socio durante la ejecución del proyecto “Conservación de la Biodiversidad en la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda” del 2001 al 2009. Y durante el cual tuvo como socios a la representación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la CONANP, permitiendo ejecutar a cabalidad las acciones contempladas en el Programa de Manejo de la Reserva.

Es por ello, al formar parte de la red de organizaciones del GEF que fui invitada a participar en Cancún al lado de representantes de 87 países, integrantes de instituciones gubernamentales, organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil en un diálogo que tiene que orientar las soluciones al problema del deterioro ambiental global. Impactantes hechos fueron presentados, retos que suceden en todo el planeta con una agresión tremenda y directa a la salud del mismo, teniendo como común denominador el desarrollo económico vs la Tierra, que gana espacios arrasando ecosistemas. Significa acercarnos a un desmoronamiento de los servicios de la naturaleza, de los cuáles dependemos directamente y que sin ecosistemas funcionales sencillamente desaparecen.

Ante una necia sociedad, cuya soberbia y afán de posesión, están agotando hasta el último aliento de un planeta cuyo sistema climático agoniza a causa de los desvaríos de la especie humana. Sin duda el propósito de la asamblea es el tratar de encontrar las vías para proteger la naturaleza, cómo conciliar el desarrollo y la conservación del capital natural, sentar reglas y criterios para un mínimo impacto. Qué hacer para que esta especie se dé cuenta que tenemos en custodia una biosfera tan sabia y generosa que venimos de ella y que a ella vamos a regresar, con la cual sin duda debiéramos mantener una relación amorosa.

Nada más alejado de nuestras circunstancias actuales, conectados a lo virtual y financiero, completamente divorciados de lo real, nuestro entorno; el agua que bebemos, el aire que respiramos y los alimentos que consumimos para empezar. No nos cuestionamos su origen, nuestra percepción de la naturaleza y sus servicios se reduce a los congelados en un supermercado y nuestra realidad a la gran educadora, la televisión.

Durante esta reunión, que cuenta también con la asistencia de algunos de los científicos más destacados a nivel mundial, siente uno como esta batalla por la vida la tenemos perdida. La sinergia del deterioro ambiental, indiferencia de la mayor parte de la sociedad, patrones de consumo tan arraigados y la siempre creciente demanda de productos y servicios por nuestra galopante población. Es ahora una lucha por establecer las condiciones para la supervivencia, que mitigue los efectos el cambio climático y la sociedad, más por vergüenza que por esperanza es que no cejamos. Creemos más que nunca nuestro trabajo tiene que repuntar y tener una significancia mayor, conseguir permear más entre múltiples actores, mover montañas, corazones, abrir las puertas y ventanas para que entre un poco de luz.