© Roberto Pedraza
En el lado este de nuestro continente, específicamente en nuestro país, una gran cadena montañosa surgió hace millones del profundo lecho marino, impulsada por las fuerzas de la tectónica terrestre. Más elevada e igual de imponente que su hermana occidental, la Sierra Madre Oriental no puede esconder su origen marítimo; donde ahora crecen pinos y encinos antes encontraban su hábitat en las tibias aguas organismos acuáticos como anémonas y peces, por lo que los yacimientos fosilíferos son abundantes y es relativamente fácil encontrarles ahora. Por ello mismo es rica en mantos calizos y su naturaleza es netamente calcárea y por ende cárstica; a lo largo de toda la Sierra Madre Oriental destacan la abundancia de sótanos, dolinas, mogotes y poljés, modelando la erosión y colapsamiento de las calizas su paisaje. Actualmente esta sierra se extiende desde Coahuila al norte hasta el estado de Puebla al sur donde se encuentra con el Eje Neovolcánico, formando una formidable barrera para los vientos alisios cargados de humedad, constituyéndose en un importante factor de modulación climática. A su paso por el estado de Querétaro se le conoce como la Sierra Gorda. Lo de gorda creo le queda muy bien, pues realmente sus montañas son opulentas en ecosistemas y especies y en sus sitios más escondidos, como lo son los sótanos ofrece refugio y sitios de anidación a una variedad de especies, en particular dos psitácidos como lo son las guacamayas verdes (Ara militaris) y pericos verdes (Aratinga holochlora) que ahora encuentran refugio en los mismos gracias a la historia geológica de sus montañas. Conociendo los sótanos en específico que ocupan y sus hábitos, es relativamente fácil fotografiarlos, pues son aves con sentido de pertenencia y que han sabido adaptarse a anidar en cavidades en la roca viva y no sólo en árboles. Afortunadamente ello también las protege en buena parte del saqueo de pollos de sus nidos, ya que un árbol fácilmente se derriba, mas la piedra los blinda!
El ejemplar de la fotografía se encuentra en la “puerta” de su hogar en un sótano al este de la reserva, pues se podía escuchar desde dentro de la cavidad a su cría reclamando alimento; apenas dio tiempo de disparar la foto, pues rápidamente desapareció en su nido. Los pericos son excelentes padres que comparten las labores de empollar los huevos, vigilar sus nidos y crías de depredadores y alimentarlos y gustan de concentrarse en colonias al ser aves altamente inteligentes y sociales. Este sótano en específico y sus habitantes ya se encuentran protegidos como una reserva natural privada, con lo que eliminamos las actividades de tala que el anterior propietario realizaba. Esta Era del Hombre, el Holoceno, puede tristemente quedar marcada como la mayor y más rápida ola de extinción en la larga historia de nuestro planeta si no hacemos lo suficiente para defender a nuestros hermanos menores.