Con su territorio dividido entre las bioregiones neártica y neotropical, es decir, la división a nivel continental entre la flora y fauna de Norteamérica y Centro y Sudamérica, no parecería el territorio mexicano sitio óptimo para albergar la mayor diversidad de especies de pinos del planeta. Los pinos y otras coníferas la mayoría las imaginamos en los fríos bosques del norte y sin embargo en ninguna otra región del planeta los mismos reinan de tan rica manera como México. Con más de cien especies de pinos identificadas a nivel mundial, en México se encuentran aproximadamente 50 y la mitad de ellas sólo se encuentra en nuestro territorio, aunque uno podría pensar que la mayor diversidad debiera encontrarse en países como Rusia, Canadá, Noruega o Suecia, que se encuentran dominados por la extensa taiga.
La historia geológica y biológica de México es tan compleja que se han generado y favorecido procesos evolutivos singulares en la flora y fauna, lo que ha permitido sea un laboratorio vivo y centro de origen para varios grupos, proceso en el que sus cadenas montañosas han tenido un importante papel. Estas coníferas se distribuyen en todos los estados de la República, excepto en los de Yucatán y Campeche, con una especie que incluso se distribuye desde el nivel del mar como lo es Pinus caribea, mientras Pinus hartweggi crece hasta el límite de la vegetación arbórea a más de cuatro mil metros en los grandes volcanes del Eje Neovolcánico. Sin embargo el grueso de sus especies se distribuye entre los 1000 y 3,000 metros de altura. Hay pinos con conos gigantes que crecen entre pastizales secos y otros longevos que viven rodeados de neblina con 250 años de vida a una altura superior a los tres mil metros. En esos bosques lo mismo se encuentran y mezclan árboles de ecosistemas templados con ejemplares de tierras cálidas y tropicales. Y sólo estamos hablando de pinos.
Si se conocen qué pinos existen en cada región y a qué altitud crecen sobre el nivel del mar, se puede entender la historia de cada comunidad vegetal, su evolución genética y los cambios climáticos que se han sucedido a lo largo de la historia geológica de la tierra y como los mismos han influido y provocado la distribución y riqueza actual de especies. Entre la amplia riqueza de pinos mexicanos, se encuentran especies endémicas, como el pino zacatecano (Pinus maximartinezii) que produce los conos y piñones más grandes del mundo y que crece en un pequeño sector de la Sierra Madre Occidental en el estado de Zacatecas. Sus conos miden de 18 hasta 28 centímetros, no existen más de 5,000 ejemplares, mide entre 5 y 15 metros de altura y forma bosques abiertos con pastizales. Por sus características se considera no ha evolucionado en un largo periodo de tiempo, por lo que puede considerarse como un fósil viviente y desgraciadamente entre las diez especies de pinos más amenazadas a nivel nacional.
Estudios realizados desde hace más de diez años por botánicos del Instituto de Ecología de la UNAM han permitido registrar muchas localidades del país con poblaciones ancestrales de pinos, como Tolantongo en Hidalgo, en general la zona sur de la Sierra Madre Oriental en los estados de Hidalgo, Tlaxcala y Veracruz y nuestra Sierra Gorda, que para estos investigadores representa un importante centro de riqueza de pinos, albergando poblaciones de Pinus pinceana, piñonero amenazado y que se distribuye junto con Pinus cembroides en la vertiente de barlovento de la Sierra de Pinal de Amoles. Esta cordillera alberga la mayor riqueza de pinos en el estado, pues en la zona de La Pingüica se encuentran siete especies distintas, además de otras coníferas pertenecientes a géneros como Abies, Pseudotsuga, Juniperus, Cupressus y Taxus, una riqueza muy importante. Curiosamente, en los extensos bosques templados del cuerpo principal de la Sierra Madre Oriental en los municipios de Jalpan de Serra y Landa de Matamoros únicamente se encuentran dos especies de pinos. Más allá de que algunas poblaciones de pinos se consideren saludables a nivel nacional, de ninguna manera se hace menor la amenaza a su sobrevivencia.
El cambio climático con sus crecientes temperaturas irá cercando y amenazando a algunas especies a alturas mayores, que en caso de no estar disponibles en el rango de distribución de la especie lógicamente amenazarán su existencia. La avidez de los madereros (que en la Sierra Madre Occidental sólo ha dejado intactos menos del 1% de los bosques antiguos originales) ha mermado considerablemente la riqueza biológica de los mismos o la expansión de las huertas de aguacate en el estado de Michoacán están mermando de manera activa la extensión de los bosques de pinos mexicanos.