por Martha Isabel Ruiz Corzo

Siempre iniciando el año nuestros pensamientos traen al presente las cuestiones más formales. Así, podríamos considerar que  ido el 2013, tenemos un año menos para conseguir nuestros objetivos de mayor significado, tiempo pasado bien o mal, aprovechado o desperdiciado. Lo cierto es que nadie sabe cuánto tiempo le queda en esta vida; ojalá siempre estuviéramos al día con la misión que la vida nos confirió,  desde donde operemos, sin olvidar nuestros sueños, y que  pudiéramos entregar cuentas cada día, con todas las posibilidades en marcha buscando la trascendencia, como un tesoro al que sumamos nuestra intención y nuestras acciones conforme pasa la existencia.

Cierto es que la vida discurre tan distraída que no nos damos cuenta, y en un suspiro pasó la juventud; que pronto y de sorpresa nos llega el otoño sin que hayamos aprendido la lección, y nos sorprendemos de que haya sido tan rápido. Qué tremendo  acercase al ocaso sin haber encontrado el sentido de la vida, que desperdicio y que pena que las posesiones se queden, que la  belleza física y la importancia no viajen con nosotros en el siguiente paso. Lo único cierto es que todos vamos a partir, desnudos como llegamos el cuerpo y el ser.

Tomar responsabilidad común de las urgencias de nuestra sociedad y del planeta, debe reflexionarse con toda seriedad. ¿Cómo podemos intervenir? Movilizar soluciones, comprometerse, compartir generosamente los dones y riquezas materiales que se nos dieron, no para acumularlas y  pretender haber encontrado la realización de nuestra existencia. Esta vida es un instante en un espacio eterno, la importancia y la posición quedarán en este plano, de seguro no nos llevamos nada; sólo nos presentaremos con las obras de amor, con el espíritu y lo que haya logrado expandirse como pasaporte y boleto, pues de seguro que todo lo sembrado fructificará.

Por eso amigo lector, más vale tomar la vida en serio; irse a la cama o de esta vida en paz, con la alegría y  satisfacción de haber amado con acciones y extendido nuestro universo más allá de nosotros mismos.

Yo propongo amar a la Tierra y a todos los seres vivos, asombro ante el prodigio de cada día, agradecimiento a la Vida. Volver la vista a la Naturaleza, recuperar el sentido fraterno por todo lo que nos rodea, con el impulso de construir esperanza, con creatividad, operando por el bien común, encendiendo dentro de nosotros una pasión por salidas y caminos nuevos para nuestro  convulsionado presente. Experimente el placer de dar, dar y dar, como decía la insigne poesía de  Gabriela Mistral,

Toda la Naturaleza es un anhelo de servicio.

Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;

Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;

Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.

Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades del problema.

Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.

En esta actitud que genera bendiciones abordemos este 2014 dándole significado a nuestras vidas, ¡Salud!