Fuente: People Food and Nature
Por Esther Díaz
Tras siglos de prácticas agrícolas y ganaderas en las abruptas montañas de la Sierra Madre Oriental, las cicatrices de la deforestación quedaron impresas con una huella casi indeleble en un área conocida como Sierra Gorda. En el pasado, sus empinadas laderas perdieron el manto forestal que las cubría y el suelo quedó profundamente erosionado.Aunado a esto, la capacidad de la tierra para almacenar agua se vio mermada y se produjo un gran declive en su productividad. Poco a poco, el capital ambiental de la Sierra Gorda se escapaba de las manos de sus pobladores con cada escorrentía. Buscando soluciones a estos y otros problemas, en 1989 surgió el Grupo Ecológico Sierra Gorda I.A.P. (GESGIAP), una organización integrada por ciudadanos locales que a lo largo de su trayectoria ha sabido trabajar con distintos entes gubernamentales para acercarse a las cuestiones del campo, la ecología y la biodiversidad con un enfoque innovador y de profundo respeto a la Madre Tierra. En una región donde el 70% de la tierra es propiedad privada y el otro 30% ejidal o comunal, el trabajo con los serranos ha sido y continúa siendo la pieza fundamental sobre la que se construyen nuevos proyectos y se avanza en la lucha contra la pobreza de este área rural situado en el corazón de México. “Cómo estaba la tierra cuando llegaron y cómo poco a poco le empezaron a hablar a la gente de sustentabilidad y de que había otra forma de hacer las cosas, fue un gran cambio”, recuerda Martha Isabel Ruiz Corzo, Directora de GESGIAP desde sus orígenes.Una de las primeras técnicas de restauración que GESGIAP llevó a cabo fue las zanjas trinchera y barreras vivas.
Sin embargo, pese a que tiene un efecto positivo para la recarga hidrológica del suelo, al voltearlo, el carbono almacenado se libera a la atmósfera.Esa fue una de lasprimeras enseñanzas para el grupo: sin carbono en el suelo, que está presente como materia orgánica, la tierra pierde su capacidad de infiltración y retención de agua. Como consecuencia, los efectos de las sequías se acentúan. A base de ensayo y error, de intenso estudio y capacitación de su personal, Bosque Sustentable A.C., (organización hermana de GESGIAP) fue optando por mejores alternativas. Una de ellas es el diseño hidrológico o Keyline, técnica de origen Australiano que aporta valiosas herramientas para restaurar los suelos con rapidez, incrementar su actividad microbiológica y devolverles la fertilidad. También los convierte en grandes almacenes de agua que se infiltra a los mantos freáticos o bien queda alojada en el humus, que a su vez da lugar a la captura de bióxido de carbono en los suelos.
Mediante la observación en campo, se establecen una serie de puntos clave a partir de los cuales se realizan diseños en la tierra destinados a aprovechar de manera óptima las escorrentías y poder así restaurar una cuenca hidrológica. Es en esos puntos donde se construyen, siempre con un dibujo que va de las vertientes hacia las laderas, los canales de infiltración, las áreas de recarga y el patrón de las curvas a nivel y a desnivel. La técnica, además, es aplicable a todo tipo de terreno, independientemente de su pendiente.
Localmente se preparan biofertilizantes fermentados que son elaborados con insumos locales al alcance de cualquier productor a un costo mínimo. A través de la utilización de rocas volcánicas molidas se consigue la remineralización de los suelos y la reproducción de microorganismos locales, cuestiones imprescindibles a la hora de regenerar la tierra.
“Gracias a las capacitaciones y asesoría recibida por amigos del Grupo Ecológico, ahora producimos a un costo mínimo nuestro jitomate. Es un producto sano, de más calidad y libre de agroquímicos, y no dependemos más de la tecnología, pues nosotros mismos producimos nuestros fertilizantes,” dice Jacinto Vigil, productor de jitomate serrano.
Asimismo, con el empleo de leguminosas como abonos verdes, que tienen la virtud de fijar nitrógeno en el suelo, se incrementa notablemente la biomasa y por lo tanto la materia orgánica de los suelos agrícolas, que se convierten en verdaderas esponjas almacenadoras de agua. Parece milagroso, pero es cierto. Con un aumento de apenas el 1% de materia orgánica en el suelo, se pueden capturar 144,000 litros de agua y 132 toneladas de carbono por hectárea. Y, en apenas 2 años, es posible llegar a un 82% en la capacidad de absorción de agua, así como disminuir un 68% la erosión, lo que influye directamente en la recarga de los mantos acuíferos.
Para completar el ciclo, GESGIAP se dio a la tarea de enseñar mejores prácticas a los ganaderos de la región. Las vacas, generadoras de un porcentaje nada desedeñable de los gases de efecto invernadero en el mundo, podían convertirse en aliadas y dejar de ser vistas como las grandes responsables del calentamiento global.
Sin embargo, su alta producción de metano se debe a sus condiciones de hacinamiento y su dieta artificial. No obstante, gestionadas de manera correcta, son una herramienta capaz de devolver la salud a los suelos a través, una vez más, de la captura de grandes cantidades de carbono. Actualmente, en Sierra Gorda existen 13 ranchos piloto que, bajo las directrices del manejo holístico, pastoreo rotativo y una cuidadosa planeación, tienen ya resultados y retornos positivos para sus propietarios. “Las vacas no son el enemigo, sino un aliado inmejorable para devolver la vida a los suelos y su productividad. Y a los rancheros les conviene en términos económicos dar un vuelco a sus procesos y dejar de perder, máxime frente a las sequías que el cambio climático está haciendo más frecuentes y severas,” señala Mario Pedraza Ruiz, Director de Conservación de Suelos e instructor en proceso de certificación por el Savory Institute.
Gracias a sencillos análisis, en el rancho de Mario, que ya forma parte del Soil Carbon Challenge, se conoce cuánto carbono está contenido en el suelo. Y mientras con las sequías del 2010 y 2012 (las peores en México en 60 y 70 años, respectivamente) productores de todo el país perdieron sus cabezas de ganado, el correcto manejo de la humedad en el suelo le permitió salir adelante sin pérdidas. Por todo ello, los incrementos en la pastura, cortar la dependencia de los agroquímicos y sus elevados costos, tener animales más sanos y suelos con gran cantidad de carbono almacenado son ya una realidad en Sierra Gorda.
Ahora, como un Hub del Savory Institute y gracias a una naciente alianza con el Gobierno Federal a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), productores y funcionarios de otros estados de la República recibirán capacitación para que la experiencia de Sierra Gorda sea replicable en todo México. “Partimos de lo local a lo macro y tenemos la certeza de que nuestro modelo es una respuesta efectiva a los efectos del cambio climático,” asegura Mario.