por Roberto Pedraza Ruiz
Nuestro país destaca a nivel mundial por ser uno de los cinco países más ricos por su biodiversidad, es decir, es megadiverso, ocupando los primeros lugares en riqueza de especies en varios grupos tanto de flora como fauna, como lo es en el caso de pinos, encinos, agaves, el segundo en mamíferos y reptiles y el cuarto en anfibios.
La herpetofauna de México, sus reptiles (804 especies, que comprenden víboras, culebras, cocodrilos, lagartijas y demás lagartos) y anfibios (306 especies de sapos, ranas, cecilias, salamandras y ajolotes), comprenden sin duda grupos que en la mayoría de las personas despiertan aversión y que a menudo son agredidos de manera injustificada, cuando en su mayor parte son inofensivos y cumplen diversas e importantes funciones ecológicas, controlando las poblaciones de diversos insectos y roedores, por lo que directamente nos benefician a los humanos. Es tristemente común encontrar en la Sierra Gorda el que buena parte de la población hostiga o mata cada vez que encuentra una culebra e incluso a las inocentes salamandras por una serie de creencias e ignorancia, ya que pocas especies de serpientes son venenosas y aún cuando ocurren encuentros raramente estos animales presentan una actitud agresiva.
Asimismo esta riqueza de especies destaca porque un importante número de las mismas son endémicas (casi un 60%), lo que quiere decir que son exclusivas al territorio nacional y por lo tanto sus poblaciones al tener distribuciones restringidas son más susceptibles a las actividades humanas y desgraciadamente muchas de ellas están amenazadas, del total nacional de 613 especies de anfibios y reptiles (53%) se encuentran en esta categoría.
La Reserva de la Biosfera Sierra Gorda ocupa el segundo lugar a nivel nacional por su herpetofauna con 140 especies (104 reptiles y 36 de anfibios, superada por la Reserva de la Biosfera Sierra de los Tuxtlas en Veracruz (145 especies), lo que da una idea de su valor como refugio para este grupo de fauna. Sin embargo, dada la ecodiversidad de la Sierra Gorda y que aún se encuentran áreas sin estudiar, permite suponer aún quedan especies por registrar en su territorio. No obstante el que en la actualidad existen alrededor de 176 reservas federales, que protegen la mayoría de los ecosistemas del país, y miles de especies de plantas y animales, la situación de los reptiles y anfibios es más delicada que la de otros grupos, ya que únicamente alrededor de 61% (492 especies) de los reptiles cuentan con poblaciones dentro de al menos un área natural protegida, mientras la situación de los anfibios es crítica, pues sólo 137 especies (38%) cuenta con poblaciones protegidas. Las amenazas sobre este grupo son diversas, que van como ya mencionamos desde el agredirlos por miedo o diversión, a la pérdida y fraccionamiento de hábitat como bosques y selvas, enfermedades, la contaminación y envenenamiento de fuentes de agua, arroyos y ríos con descargas residuales domésticas e industriales a las que son especialmente susceptibles los anfibios pues respiran a través de su piel, que rápidamente permea cualquier sustancia a su organismo.
Sin embargo la que parece ser una amenaza de mayor envergadura es el cambio climático, al que ya se le adjudica la extinción de especies, como la del sapo dorado (Bufo periglenes) que se encontraba en los bosques nubosos de Costa Rica o casos similares en Puerto Rico donde a causa de la sequía desaparecieron tres especies de ranas y la declinación de las poblaciones de otras seis especies del género Eleutherodactylus. Otra amenaza es la introducción o escape de especies exóticas como truchas en arroyos de montaña, donde fácilmente pueden acabar con las poblaciones de ranas o salamandras.
Como puede verse el panorama es más bien sombrío para las especies de herpetofauna, de las que cada una cumple con una función específica en su hábitat y que es una pena que al perder una especie se pierdan millones de años de procesos evolutivos que le dieron sus características actuales.