Por Martha Ruiz Corzo
Participando en el décimocuarto Congreso de la IUFRO en la ciudad de Salt Lake City, reunidos con organizaciones y expertos forestales del planeta, dando testimonio de los efectos del cambio climático: bosques debilitados que manifiestan enfermedades y plagas en forma virulenta; pérdida de flora y fauna; la silenciosa migración de especies hacia el norte buscando refugio por pérdida del hábitat. Un drama que se desenvuelve en secreto todos los días, la descomposición de la sapientísima red de ciclos y cadenas de la naturaleza. Y esto parece no tener fin, nuestro voraz consumo de recursos no se detiene.
Una pena participar como testigos del deterioro planetario, testigos pero no silenciosos; al contrario, buscando como mitigar, como movilizar todas las posibilidades a favor de la vida sin escatimar esfuerzo, empujando, motivando respuestas. Sin embargo, una pena ser voz en el desierto, tan lejos de una solución real; más por vergüenza que por esperanza, no nos daremos tregua y seguiremos en este intento de ayuda al planeta y las formas de vida que encierra.
En este contexto paso a la buena noticia: en este importante evento hay una celebración para reconocer a la Sierra Gorda Queretana como ganadora del premio Wangari Mathaai 2014, premio que vine a recibir representando al esforzado y comprometido equipo del Grupo Ecológico, que durante 27 años no ha bajado la intensidad de su esfuerzo, generando éxitos que hoy se celebran más en el extranjero que en la propia casa. Bien dicen que nadie es profeta en su tierra.
Todo un honor, Wangari Mathaai es un icono de la conservación, una mujer que consiguió movilizar en su acción a muchos más allá de Kenia, su país, y como ministra del medio ambiente consiguió la participación de otros países plantando millones de árboles en un cinturón verde que hoy día honran su memoria, donde siempre seguirá viva como activista a favor de la Tierra. Hoy que recibimos este premio, sabemos que somos parte de esa acción que ella siempre encabezará, un premio al género, la causa de la Biosfera, donde las mujeres tenemos que ejercitar esos dones que han estado escondidos y que hoy la emergencia reclama.
Así, este reconocimiento avala nuestra innovación y esfuerzo y otorga visibilidad para esta emergencia y ojalá respuestas también. Podemos hacer más de lo que hacemos, conseguir un impacto mayor, replicar experiencias y aprendizajes. Podemos orquestar respuestas locales que mitiguen el calentamiento, despertar a la sociedad para que asuma responsabilidades por el bien común. Hacer de este tremendo reto una oportunidad de reacción, de toma de conciencia pública, de emprendimiento por la Tierra, un cambio gradual a una sociedad que pueda sobrevivir a los tremendos cambios por venir.
Estoy segura de que juntos seguiremos cuidando el tesoro natural de Querétaro, persistiendo hasta conseguir una ola de amor por la Tierra, con nuestro corazón y capacidades siempre al servicio de nuestro sueño.